jueves, 20 de octubre de 2011

1938 Ramón Lamoneda

Begíjar (Jaén), localidad natal de Ramón Lamoneda
     D. Ramón Lamoneda Fernández nació en la localidad de Begíjar (Jaén) en 1892. Todavía joven, aprovechó su traslado a Madrid para ingresar en las Juventudes Socialistas primero y en la Agrupación Socialista más tarde, en 1914. Presidente del sindicato de impresores y miembro de la comisión ejecutiva de la Unión General de Trabajadores en 1920. Vicesecretario del Partido Socialista y miembro del Partido Comunista de España desde 1921, del que salió para retornar al PSOE durante la dictadura de Primo de Rivera. Entre 1933 y 1939 fue diputado socialista por Granada y Madrid y secretario de las Cortes. Sería nombrado Secretario general del PSOE y representante español en la Internacional Socialista. Al acabar la guerra se exilió a México, donde se dedicaría con exclusividad a su especialidad en el ramo de Artes Gráficas, salvo los dos años que pasó en París de 1946 a 1948. Amaro del Rosal nos dibuja cómo era su domicilio mexicano de la Calle del Pino, 57: “Un piso modesto, modestísimo. En un balcón que hace esquina, tenía su rincón de trabajo. La luz siempre estaba encendida hasta altas horas de la madrugada. Allí estaba Ramón, con su cigarro colgado de los labios, a lo francés, inclinado sobre sus cuartillas, corrigiendo las pruebas de un nuevo libro, de otro, de una revista, buscando datos, precisando citas, fechas… y así treinta y dos años de emigración, sin dejar de trabajar un día”. Lamoneda, perteneciente a la “vieja escuela de los representantes de nuestro movimiento obrero de signo socialista que rendían culto a la disciplina, al cumplimiento del deber en el trabajo, a la modestia y a la honestidad de la forma más natural y sencilla” fallecería en México en 1971.

Fachada principal del Teatro Chueca, de Madrid

     El domingo 16 de octubre de 1938 en el Teatro Chueca de Madrid, en un acto organizado por el Grupo Sindical Socialista de Artes Gráficas madrileño, se celebraba una multitudinaria reunión del Partido Socialista, siendo el motivo principal de ella dar a conocer los importantes acuerdos tomados por su Comité Nacional. Ramón Lamoneda, Secretario General del PSOE, iniciaba su discurso con estas palabras:

     «Camaradas: Ha querido la Ejecutiva del Partido que sea aquí donde por vez primera se comenten públicamente los acuerdos que nuestro Comité Nacional adoptó en reciente fecha. Aquí como lugar más adecuado, y también mediante invitación, que he aceptado con gusto del Grupo Sindical de Artes Gráficas. Aquí, porque en Madrid, mi Partido, y en mi Partido, lo que fue su cuna, mi Arte de Imprimir, en el que milito sin pausa treinta años nada más, pero nada menos, con el historial de trabajo repleto y hoja limpia e inédita de sanciones».

     Abordó seguidamente palabras sobre política y tras unas primeras palabras sobre la gestión de la Ejecutiva, quiso hacer pública una noticia triste que acababa de conocer:

     «Hoy mismo nos trae la Prensa, entre otras, la triste noticia del fusilamiento de nuestro camarada Federico Angulo, y las oriflamas de nuestro Partido, rojas, ensangrentadas como esa noticia, son ésas las que nos están haciendo Partido. Federico Angulo era uno de aquellos hombres que, a título de socialista a secas, trabajaba en el grupo de redactores de nuestro periódico EL SOCIALISTA, y procurando precisamente en aquellos días llevar a todos la sensación del terrible peligro y de la grave amenaza que sobre todos se cernía. Federico Angulo, pluma bien cortada, conciencia bien limpia, espíritu bien animoso, tiró la pluma en Carranza, 20, y con un grupo de compañeros cogió el fusil para crear las Milicias de EL SOCIALISTA. ¿Qué importaba ya el texto de la hoja volandera si lo que se jugaba en la calle era el porvenir absoluto del país, del Partido, de todo? Y Federico Angulo fue una revelación, primero como militar; después como hombre.
     » Como militar, por su valor, por su pericia, por su arrojo no exento de serenidad, como quieren los cánones socialistas. Luchó en torno a Madrid y se aprestó a defender ese norte geográfico de España, que ha sido siempre para nosotros, los socialistas, norte espiritual, y allí, en su tierra, le atenazó la derrota, y cuando Federico Angulo compareció ante unos titulados jueces militares, que le pidieron qué tenía que declarar en su favor, Federico Angulo contestó: “Soy un teniente coronel del Ejército de la República; yo no os puedo decir más que una cosa: que vosotros no tenéis derecho a juzgarme a mí, que soy yo quien tiene derecho a juzgaros a vosotros”; y el propio fiscal reconoció que en aquel militar, a su juicio “militar rojo”, no había sólo un hombre inflamado por un espíritu revolucionario, sino que había un caballero. Y no en Santander, sino en Burgos, Federico Angulo ha sido fusilado.
     » Así hacen patria con los caballeros los hombres de Franco. ¡Con su pan se lo coman, que nosotros nos quedamos con el ejemplo de Federico Angulo para decir que sí, que tirando la pluma y cogiendo el fusil es como los hombres de más temple de nuestro Partido quieren conservar su pasado, cuidar su presente y asegurar su porvenir! ».

     Una salva de aplausos de los concurrentes a la reunión selló esas palabras, y tras ellas, continuó Lamoneda con su discurso acerca de los acuerdos tomados por el Partido en esa fecha desde la que ya se vislumbraba el final de la guerra. En aquel momento Ramón Lamoneda quiso recordar a un amigo y compañero de Partido. Poco tiempo después, hubieran podido celebrar ambos no solo su amistad, sino también su relación familiar, pero para Angulo ya no pudo ser.


     El motivo de esta pequeña entrada, a pesar de estar relacionada con Federico Angulo y personificada en la figura de Ramón Lamoneda, quiero que sea un sincero y cariñoso homenaje de mi parte a sus hijas, Dª Juana y Dª Marxina, que un día hace ya varios años me recibieron con los brazos abiertos y mostraron, y siguen mostrando, a pesar de la distancia, toda su amistad y cariño hacia la persona que esto escribe. Mil gracias a las dos y un fuerte abrazo

José Luis de Saralegui