jueves, 3 de octubre de 2013

1938 Burgos, una partida hacia el recuerdo



Dos imágenes de la Prisión Central de Burgos en la actualidad (de Google Maps y Ricardo Melgar respectivamente)


   En un día como hoy de hace 75 años, tres personas dejaban a su espalda esos muros, esos compañeros, esos ideales, esa vida… su vida. Un 3 de octubre de hace tres cuartos de siglo tres personas verían como se les impedía ver de nuevo la luz del sol y se les privaba de la posibilidad de seguir manteniendo ese anhelo de libertad, de seguir deseando llegar al día del reencuentro con sus seres queridos, de sus compañeros … de vivir. 

   Este texto quiere ser un pequeño y sincero homenaje a esas tres personas que nos dejaron -más bien les hicieron dejarnos- hace hoy 75 años. Y es por ello que no solo queremos hacer referencia a la persona que protagoniza este blog, sino también a los que le acompañaron en sus últimos momentos y corrieron su misma suerte. Vaya nuestro recuerdo en este día a Federico Angulo Vázquez, José San Miguel Sáenz y Francisco Hernández Gaya.
 
   Los tres vivieron sus últimos días entre esos muros de la Prisión Central de Burgos. Federico y José ingresaron el 26 de julio de 1938 procedentes de la Prisión de Larrinaga en Bilbao. Francisco lo haría un poco después, el 12 de agosto, trasladado del mismo lugar. Ya en nuestra entrada “La Prisión Central de Burgos” hablábamos de la historia del Centro y de cómo transcurrió el traslado desde Bilbao y la vida en esa prisión. Ahora vamos a ceñirnos simplemente a los últimos momentos, comenzando por sus compañeros.

 
Fachada principal de la Prisión en 1932


   José Evaristo SAN MIGUEL SÁENZ era un guipuzcoano de Oiartzun, lugar en el que nació el 20 de octubre de 1882, siendo bautizado el 26 en la Parroquia de San Esteban. Hijo de Valentín San Miguel Barrón y de María Cruz Sáenz Romeo, ingresó en el Cuerpo de la Guardia Civil en cuya Comandancia de Logroño prestó servicio, hasta que, en 1919, pasaría a la de Vizcaya. De estado casado, tuvo un hijo y dos hijas, el mayor de 28 años y el menor de 11 en esos momentos. Su mujer e hijos deberían haber salido de España ya que dejó escrito que ciertas pertenencias fueran enviadas a su cuñada Isabel Estévanez Fernández, domiciliada en la calle General Castelló de Bilbao. Procesado en juicio sumarísimo número 11534 de 1938 y condenado a muerte por adhesión a la rebelión militar, procedente de Bilbao ingresa en la Central de Burgos el 26 de julio de 1938. Pocos días le faltaron para cumplir los 56 años. Esa madrugada del día 3 tuvo tiempo para dar un último adiós a sus compañeros:

    Compañeros de la celda 57
   Perdonadme la molestia y os ruego entregue el amigo Sobrino al compañero que últimamente vino de Bilbao llamado Francisco Alarcia Mateo, que creo estará en la Brigada 13, un librito de la necrología de mi familia y si no hay inconveniente la colchoneta. Nada más que un agradecimiento sin fin. Os abraza s.s.
José San Miguel Sáenz
 
   Esta petaca y fotografía para el preso Nicanor Sobrino de la referida celda nº 57. Asimismo deseo le sea entregado al compañero Sobrino de predicha celda, el reloj, una cartera de cuero, los lentes y dos pañuelos entregados en el Centro.

San Miguel


   Esas fueron sus últimas voluntades. El guardia civil Alarcia Mateo ingresó en Burgos el 3 de septiembre de 1938, justo un mes antes de sus palabras, y fallecería estando todavía preso en Burgos por enfermedad el 19 de julio de 1941. El que fuera su mejor amigo en prisión, poco tiempo pudo tener en sus manos esa “herencia”. El bilbaíno Nicanor Sobrino Losada sería fusilado en el mismo lugar un año después, el 4 de noviembre de 1939. 


 
 Francisco HERNÁNDEZ GAYA era un bilbaíno de 45 años, hijo de Ambrosio y de Raimunda. Músico de profesión, siguió la carrera militar, siendo nombrado en 1922 músico de 1ª del Regimiento de Infantería Garellano nº 43. El 26 de abril de 1933 sería ascendido a Subdirector de la Banda de Música del Batallón de Montaña nº 4. Estaba casado con Antonia Sáinz Sánchez y tenía 3 hijos, dos de ellos menores de edad, Angela y Natividad (datos según carta manuscrita del propio Francisco. El mismo Juez Instructor envió datos erróneos al Registro Civil al declarar que estaba casado con Josefa Palomero, teniendo dos hijos, Francisco y Diego). Procesado en juicio sumarísimo número 3187 de 1937 y condenado a muerte por adhesión a la rebelión militar, también procedente de Bilbao ingresa en la Central de Burgos el 12 de agosto de 1938. En sus últimos momentos tan solo dirigió unas pocas líneas a modo de “testamento”. Aparte de la relación de sus pertenencias personales, señalaba que “el dinero que existe a mi favor deseo sea recogido por mi familia cuando bengan (sic) a recoger la ropa (130 pts)”, con remite al Hotel Sabadell, de Burgos. Y una segunda dirigida a sus compañeros: “Autorizo al Sr. Administrador para que haga entrega de mi peculio 5 pts a Gordonio Echezarro y 5 pts a otro apellidado Rico, maestro de escuela, que me fueron prestadas por ellos”. De esta manera tan fugaz quedaba cerrada su historia.

 

 


 

La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño. 

Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
 
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.
 
Pero el mundo es un patio.
Un patio donde giran
los hombres sin espacio.

(Marcos Ana)

 
Patio central de la Prisión Central de Burgos en 1932
 

   El domingo 2 de octubre Angulo todavía mantendría viva la emoción de haber podido compartir tres días antes unos minutos junto a su hermano Luis y cuñada Rosa Montaño, de recibir noticias de su mujer e hijos -el mayor preso en el campo de concentración de Santoña, el menor y la madre en la ciudad francesa de Tarbes- y de mantener la esperanza todavía de que las cosas pudieran volver a la normalidad. Nada pudo decir Federico a su hermano sobre lo que finalmente iba a suceder porque nada sabía. Quizás lo sospechara, pero transcurrido más de un año con la sentencia de muerte a cuestas y no ejecutada aún, puede que en su fuero interno albergara alguna mínima esperanza de salir airoso del trance. Nada sabía porque ni tan solo eso le dejaron: ni pensar que se aproximaba su final, ni despedirse de su hermano, ni de dar un último abrazo a su compañero de la celda nº 17, Máximo Andonegui, al que legó alguna de sus últimas pertenencias. Rafael de Gárate (Ramón de Galarza) recuerda en su “Diario de un condenado a muerte” que: “Este Sr. Teniente Coronel Angulo estaba en compañía nuestra en el presidio de Burgos. Una tarde abrieron la puerta y le requirieron que salga. Ni él ni sus compañeros supusieron que no le verían más. Al siguiente amanecer fue fusilado”. La tarde a la que se refiere es la del domingo 2 de octubre. Ni Angulo ni sus compañeros sabían lo que se avecinaba. Y eso a pesar que ya desde el 30 de septiembre estaban dictadas las instrucciones para llevar a cabo la ejecución tras recibir en la prisión telegrama urgente del Cuartel del Generalísimo.
 

  
   Junto con el telegrama, llegaban ese mismo día las instrucciones firmadas por el Coronel de Estado Mayor de la 6ª Región Militar José Aizpuru Martín-Pinillos:

    Para la ejecución de las penas de muerte impuestas a los paisanos FEDERICO ANGULO VÁZQUEZ, FRANCISCO HERNÁNDEZ GAYA y JOSÉ SANMIGUEL SAENZ, condenados en los juicios sumarísimos números 995, 3187 y 11534 del año 1937 respectivamente, se tendrán en cuenta las siguientes instrucciones:

   1ª. La ejecución tendrá lugar en la mañana del día tres de octubre próximo y hora de las seis y media en las inmediaciones de la Prisión Central.

   2ª El piquete de ejecución estará compuesto de diez y ocho guardias civiles de la Comandancia de Burgos, afectos a la misma al mando de un Oficial.

   3ª Cuidará dicho Oficial que la fuerza lleve las armas cargadas y montadas, con el seguro puesto, el que los guardias quitarán a la señal dada por el citado Oficial.

   4ª La custodia del reo, desde la entrada en capilla hasta su traslado al lugar de la ejecución, se hallará a cargo de los Oficiales y fuerzas de la prisión, reforzándose la vigilancia.

   5ª La conducción del reo desde la Prisión hasta el lugar de la ejecución, se hallará a cargo del piquete nombrado.

Burgos, 30 de septiembre de 1938
III Año Triunfal

 
   Sin todavía llegar a imaginar lo que sucedería horas después, transcurría la mañana de ese 2 de octubre como la de un día más en presidio, la de un domingo normal en la Prisión Central de Burgos: la formación de filas en el patio para presenciar “el izamiento de la Bandera, a los acordes de la Marcha Real tocada por un cornetín”; los vivas franquistas con el brazo en alto, el desayuno en cualquier lugar de dicho patio; los paseos interminables por él, y cómo no, siendo domingo, la obligación de asistir a la celebración de la Santa Misa. No sabemos si aquel domingo oficiaría el Padre Bolinaga, que en opinión de Agapito de Urarte tenía una “fría actitud y figura altiva, de rubicundo e impasible rostro bajo un cabello ralo y gris, casi blanco, con una mirada que a través de sus lentes se adivinaba escrutadora, huidiza y distante, con su gesto evasivo y hostil”, y Angulo tuvo que soportar en su último día sus “hirientes y soporíferos sermones, discursos o arengas”, o bien lo sustituiría, como en otras ocasiones que faltaba, el Padre Capellán don Ildefonso, que “parecía un párroco de aldea sencillo y bueno que se limita a exponer literalmente, sin muchos comentarios, los pasajes del Evangelio”. Terminada la misa y cantados los inevitables himnos franquistas, el desfile ante las humeantes calderas para recoger una comida que, como cualquier otro día, bien pudiera haber sido “un líquido negruzco donde flotaba un puñado de habas”, de nuevo vuelta a los paseos interminables hasta que “a las siete de la tarde, tenía lugar el acto final de los reclusos en el patio. Tocaban el cornetín y teníamos que dirigirnos, a paso rápido, a formar en nuestras columnas respectivas. Seguidamente el recuento, los cantos y los vivas de rigor”, para seguir desfilando hacia los pabellones y brigadas: “Las puertas se cerraban tras de nosotros y ya teníamos por delante, toda una noche para pensar, para desesperarnos o para dormir”.

 
   Angulo se dirigió aquel día hacia los pabellones de celdas individuales sin imaginar que sería la última vez que lo hacía. Celdas individuales en las que estaban los condenados a muerte y que con sus “dos metros y medio de ancho por tres y medio de largo y de alto” y a pesar de denominarse individuales, se distribuían en ella entre 8 y 10 presos y colocados en cada una según orden alfabético de apellido. Angulo entró a la caída de la tarde en la celda nº 17 y poco después salió para no volver. Se hacía efectiva la orden dictada esa mañana por el Juzgado Militar nº 16 de Burgos en la que el Juez Militar Ramón Rodríguez manifestaba:

 
   En sumarísimo num. 995 de 1937 por el delito de rebelión militar contra Federico Angulo Vázquez tengo acordado dirigir a V.S. el presente a fin de significarle que en el día de mañana y hora de las seis y media se procederá a la ejecución de la pena de muerte impuesta a Federico Angulo Vázquez.

   Lo que participo a V.S. para su conocimiento y se avise al Sr. Capellán de ese Establecimiento Penitenciario para que proceda a asistir en los auxilios espirituales al reo si los pidiere.

   Dios guarde a V.S. muchos años
   Burgos 2 de octubre de 1938
   III Año Triunfal

 
   A primera hora de la madrugada del día 3, Angulo recibía la visita del Juez Instructor, Ramón Rodríguez, del Defensor (si es que se le puede llamar así) Saturnino Sanllorente Valdizán y del Secretario para leerle la notificación de ejecución de la pena. Se negó a firmarla y lo hicieron por él los oficiales de la prisión Enrique Rivero Pérez y Juan Gutiérrez Moreno, para seguidamente ser conducido a la sala destinada a Capilla. Acto seguido, el director de la Prisión, Marcos Jabonero, ordenaba que “El Sr. Jefe de servicios dispondrá que los Sres. Guardianes de servicio en el Rastrillo y Puerta principal de la Prisión, permitan la salida, previamente identificados a los sentenciados a la última pena del margen que serán entregados al Oficial de la Guardia civil que manda el piquete de ejecución, devolviendo la presente una vez cumplimentada”. Al margen se citaba a Federico Angulo Vázquez, José San Miguel Sáenz y Francisco Hernández Gaya.

 



   La entrega se hacía a las 6 horas y 25 minutos de la mañana del 3 de octubre de 1938. Bastarían poco más de cinco minutos para llegar a las “inmediaciones de la Prisión Central”, lugar designado para segar la vida de los tres reos, oficialmente “a consecuencia de heridas por arma de fuego”. La primera persona que se aproximó al cuerpo inerte de Federico Angulo (imaginamos que también del de San Miguel y de Hernández) fue un médico de tan solo 29 años, Juan Coll Boleda, encargado de certificar su muerte. Los tres cadáveres fueron trasladados al Depósito Judicial y al día siguiente, una vez recibida la licencia de enterramiento, inhumados en el Cementerio de San José de la capital burgalesa. Luis Almendros, celador del cementerio, sería el encargado de certificar que Federico Angulo fue enterrado “en el Cementerio Civil, correspondiéndole el número 69 de entrada”.

    En un día como hoy de hace 75 años, tres personas dejaban a su espalda esos muros, esos compañeros, esos ideales, esa vida… ¡su vida!  Tres personas partían hacia el recuerdo.

 
Cementerio de San José, Burgos
 


Soñar, siempre soñar
que vuelvo a todo aquello,
lo que dejé y ya nunca
encontraré al regreso 

(Marcos Ana)

 

lunes, 29 de julio de 2013

1914 Angulo, Manuel Andrés y un partido en Atocha

Partido de inauguración del estadio de Atocha el 5 de octubre de 1913 entre la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao

 
  Seguramente los amigos que siguen en nuestro blog las andanzas de Federico Angulo recordarán a Manuel Andrés Casaus –gobernador civil de varias provincias, Director General de Seguridad, etc-, sobre el que hace un tiempo hicimos una entrada relativa a su asesinato en 1934. Y recordarán, asimismo, que la amistad entre Andrés y Angulo venía de largo, en un primer momento como compañeros de trabajo cuando Federico entró en la redacción del diario de San Sebastián “La Prensa” en 1924, cuya dirección ostentaba Manuel Andrés, y ya más adelante, en tiempos de la República, cuando tras los años pasados en Vigo, Angulo volvía al diario donostiarra y el compañerismo dejó paso a una sincera amistad.

Manuel Andrés Casaus
   Pero ahora queremos ir un poco más allá, aunque sea reconociendo que no deja de ser meramente anecdótico lo que vamos a contar. ¿Cuándo tuvo Angulo la primera noticia sobre un periodista llamado Manuel Andrés? No sabemos si la primera vez que se vieron en persona en la redacción de “La Prensa” recordarían que 10 años antes, en 1914, Angulo supo de su existencia al leer una crónica suya, y que hizo referencia a Manuel Andrés y a su primera “experiencia” deportiva en uno de sus artículos, que trataba sobre un partido del por entonces curioso deporte llamado foot-ball.

   Actualmente ya desaparecido, el estadio de fútbol de Atocha de San Sebastián fue inaugurado el 5 de octubre de 1913 con un partido entre la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao, siendo el resultado final de empate a 3. Y sería en ese mismo estadio donde, tres meses después, se celebrara un partido eliminatorio del Campeonato de la región Norte entre la Real Sociedad y el Racing de Irún. El domingo 18 de enero de 1914, entre los aficionados de ambos equipos que asistían al encuentro “el entusiasmo que reinaba era indescriptible, los ánimos estaban muy excitados” cuando a las tres y media comenzaba el partido. Bajo la dirección del árbitro Mario Arana, formaron por la Real Sociedad: Eizaguirre, Arrate, Alfonso Sena, Leturia, Sidler, Echart, Zabala, González, Gregorio Sena, Barrena y Elósegui. Y por el Racing de Irún: Aguinaga, Carrasco, Arocena, Boada, Eizaguirre, Lasalde, Solís, Moleres, Patricio, Acosta y Retegui.
 
 
Imagen del partido disputado entre la Real Sociedad y el Racing de Irún el 18 de enero de 1914
 
   A los dos minutos de partido marcaba Zabala el primer gol para la Real y a los doce Moleres hacía el empate. Fue a partir de este momento cuando el juego sucio comenzó a aparecer, principalmente a cargo del delantero irunés Patricio. El cronista de “El Correo del Norte” reconoce que éste es “un gran delantero centro” pero que “Patricio Arabolaza abusa muchísimo de sus codos” y que “los iruneses desarrollan por regla general un juego duro, que a la menor excitación de sus jugadores, degenera en juego bruto”. El segundo gol realista marcado por Barrena no hizo sino aumentar lo caldeado que ya estaba el partido cuando Patricio, en un centro desde la banda, propinaba un codazo en el pecho del portero Eizaguirre, provocándole una contusión que desató las protestas de los aficionados locales. Minutos después, en un balón dividido, Eizaguirre recibía una patada en la cara a cargo de Acosta, hecho por el que tuvo que abandonar el campo al comenzar a sangrar abundantemente. Al tener que actuar entonces de portero uno de los jugadores de campo, el Racing impuso su superioridad y se llegaba al descanso con un resultado de 2 a 4.

    Ya en el segundo tiempo y tras el quinto gol del Racing, una nueva dura entrada a un jugador de la Real provocó la invasión del campo por parte del público local y la consiguiente suspensión del partido cuando todavía faltaban veinte minutos por disputarse y ambas aficiones se enzarzaban en discusiones y en repartir golpes a diestro y siniestro. El portero Eizaguirre manifestaba posteriormente cómo se había producido la entrada que le obligó a dejar el terreno de juego: “al querer adueñarme de la pelota, recibí un punterazo que me hizo caer sin sentido. Yo, al principio, me alarmé, pues veía caer mucha sangre”. Así como el cronista reflexionaba sobre lo ocurrido, pensando que “los incidentes que ayer presencié en el campo de Atocha me han hecho pensar que vamos camino de no poder presenciar ningún encuentro” a causa del comportamiento del público en los partidos de fútbol, de igual manera lo hizo otro periodista que asistía por primera vez a un partido y fue testigo del deplorable espectáculo que se vivió en Atocha aquel día.
 

 



Otras imágenes correspondientes al mismo partido

   Manuel Andrés Casaus, navarro de Elizondo y por aquel entonces en Aragón, era redactor del diario de Zaragoza “La Crónica” (aparecido en octubre de 1912, dejó de publicarse en 1920) y vivió su bautismo futbolero aquel día. La pésima impresión recibida de lo que había visto en San Sebastián la dejó por escrito en las páginas del diario en el que trabajaba. A ese artículo, Federico Angulo haría mención en su colaboración como corresponsal desde San Sebastián para el diario “Heraldo de Madrid” el 31 de enero de 1914:
 

   Un periodista zaragozano, Manuel Andrés, ha visto un partido de foot-ball. Lo ha visto y lo ha comentado. Fue un partido que despertaba grandes apasionamientos. Jugaban dos equipos de dos pueblos hermanos: el Racing de Irún, y la Real Sociedad donostiarra.
   Fue un partido enconado, violento. Ambos equipos se atacaron sañudamente. Un “equipier” donostiarra, el guardameta, resultó herido. Otro, irunés, llevó en la frente un estigma de lucha. El público donostiarra e irunés, antes que terminase el partido invadió el campo, impidiendo que aquél prosiguiera.
   Manuel Andrés ha hablado en un periódico de Zaragoza, La Crónica, de este singular partido. Téngase en cuenta que Andrés no había presenciado partido alguno antes de este. Sus comentarios son, por tanto, fríos, imparciales, serenos. Tienen la serenidad del hombre que desconoce demasiado una cosa para amarla ó aborrecerla. Por eso merece que se le considere.
   Andrés dice en su crónica que aquel encono, aquella violencia, le produjo un efecto deplorable. No pudo ver arte donde sólo existían encuentros violentísimos y golpes rudos. Encuentros y golpes, no sólo entre los jugadores, sino también entre el público.
   El periodista aragonés fue al campo ávido de sensaciones nuevas que le produjera el deporte desconocido. Y, en verdad, fue una sensación de repugnancia la que sacó del campo.
   Esto, aparte otras cosas, nos dice Andrés en su artículo. Ciertamente, el partido que le cupo en suerte presenciar fue un espectáculo lamentable. Tan lamentable, que debe ser motivo de sonrojo para quienes tomaron parte activa en él.
   Pero más lamentable aún resultan las consecuencias. Porque, aun cuando ello parezca inverosímil, la animosidad que existe en el campo, durante el partido, trasciende a la vida de los pueblos. La pasión foot-ballística ha invadido todos los terrenos. Una cosa que debiera ser motivo de grata, de sana expansión, es causa de graves disgustos y hondos quebrantos en la vida de dos ciudades hermanas, de la misma raza.
  San Sebastián e Irún, mientras el juego del fútbol perdure, estarán distanciados. El juego de unos cuantos muchachos es la causa de ello. Y esto, que resulta demasiado pueril, es el hondo, el profundo problema que nos preocupa á toda hora.
   Por eso Manuel Andrés se lamenta de que se desvirtúe el juego y se le lleve por derroteros equivocados. Manuel Andrés, espectador de un día de este deporte que ya resulta antipático, ha visto lo que en tanto tiempo no ha acertado á ver aquí nadie.
 

   Poco tiempo después de las fechas a las que nos referimos de ese año de 1914, Manuel Andrés abandonaba Zaragoza para instalarse ya definitivamente en San Sebastián ese mismo año. Diez años después comenzarían su relación laboral de forma un poco fugaz, y veinte después de aquel partido de fútbol, ya fue más duradera y se haría tan estrecha como para llegar a actuar conjuntamente en la preparación del levantamiento de octubre de 1934 en San Sebastián y Guipúzcoa, hechos a los que no pudo llegar Manuel Andrés, que sería asesinado un mes antes.

Cabecera del diario "La Crónica", de Zaragoza
   Y sobre la relación de Angulo con el fútbol, creemos que no sería muy positiva su opinión en esos años sobre ese nuevo deporte que comenzaba a desatar pasiones. Tardó diez años (diciembre de 1924) en volver a referirse a él en un artículo, y no precisamente en el plano deportivo, si no en relación a la prensa deportiva y su influencia en la gente interesada: Encalmado el ambiente político, adormecido, ha venido otra pasión a hacer vibrar el aire con los restallidos de nuevas polémicas: ha venido el fútbol con sus partidos de campeonato. Ya nada importa que no esté relacionado con el fútbol; es el tema único de todas las conversaciones, la idea fija de todos los pensamientos”, para referirse después, al verdadero objeto de su artículo, que no deja de ser una crítica a la difusión que dan los periódicos al fútbol, cuyas “reseñas de los partidos, los comentarios, las polémicas innumerables y ardorosas llenan planas y planas a diario, y, a veces, los periódicos casi enteros… Tiene esto una simple explicación: que el número de lectores deportistas es enorme, cada día mayor; su crecimiento está en relación directa con lo que pudiéramos llamar capacidad deportiva de la Prensa. Antes de que se desatara esa desmedida pasión por el fútbol la gente, el denominador común, no leía. Esta es una verdad, muy dolorosa si se quiere, pero que para demostrarla bastaría hojear brevemente la estadística del crecimiento de la Prensa hispana. Al fútbol, principalmente, hay que agradecerle dos beneficios inapreciables: ha reconciliado al pueblo con el campo, con el aire libre, y le ha aficionado a leer… “A leer fútbol”, se me podrá objetar. Es verdad, a leer solamente cosas de fútbol, respondo; pero a leer al fin…”. Y finalizar su análisis “futbolístico” con un “Que lea la gente, que lea, aunque no sea más que las páginas deportivas, que las crónicas de fútbol”. 
 

   Apasionado del fútbol, desde luego, no era, pero aunque fuera desde otra vertiente de la periodística, ello no impidió que en 1929 llegara a ostentar durante poco tiempo el cargo de vicepresidente del Celta de Vigo!!!!
 
 
   Nota. Angulo se refiere en su artículo al diario zaragozano “La Crónica”. Desde aquí queremos agradecer al personal de la Hemeroteca del Ayuntamiento de Zaragoza que haya intentado localizar el artículo de Manuel Andrés. A pesar de no ser tarea de los empleados, nos han ayudado a confirmar que no salió publicado el artículo entre los días 19 y 26 de enero de 1914. Al remitir el suyo Angulo desde San Sebastián como mucho el 30, nos quedarían pendientes de confirmar 3 días en el rotativo aragonés. Es de suponer que sería en esos días cuando Manuel Andrés sacó a la luz sus vivencias futbolísticas donostiarras ya que sería muy extraño que tuviéramos que pensar en un error al referirse a la cabecera periodística de origen del artículo. Mala suerte no haber podido redondear con esa información esta entrada.
 
 
 

viernes, 26 de abril de 2013

1936 El Palacete de la Moncloa (y II)

Plano topográfico en 1936 de la zona de la Ciudad Universitaria (El Palacete señalado en la flecha)


   Es posible que alguno de nuestros seguidores se pregunte el por qué de estas dos entradas acerca del Palacete de la Moncloa. El motivo es bien simple: El diario “El Socialista”, nada más iniciarse la sublevación organizó una milicia de la que se haría cargo Federico Angulo, y tras los primeros días de la guerra, dicha milicia establecería su sede o cuartel general en el Palacete, convirtiéndose en su centro de operaciones.

 
Valentín Gutiérrez de Miguel
   En agosto de 1936, Angulo y su columna de “El Socialista”, hecho su bautismo de fuego en la sierra madrileña, deciden trasladarse al frente de Extremadura para tratar de contener el avance de la “Columna Madrid”. En el momento en que se produzca ese encuentro, Angulo estará ejerciendo con el grado de Capitán de Milicias, ascenso del que se hacía eco “El Socialista” el miércoles 5 de agosto, dándoles la «enhorabuena cordialísima a ambos camaradas». El segundo homenajeado era el también periodista del diario fundado por Pablo Iglesias, Valentín Gutiérrez de Miguel, que ejerce en esos momentos como corresponsal de guerra en el frente del Guadarrama, siendo el artífice de dilatadas crónicas de guerra que se publicaban a diario, y al que el propio General José Riquelme le impuso la estrella de Alférez. También el diario ABC republicano, el día el 6 de agosto, hacía pública su felicitación a los dos periodistas: «A los dos compañeros y a la Redacción de nuestro colega nuestra más cordial y sincera felicitación por las distinciones tan merecidas y bien ganadas».
 
 
   Antes de la partida, la milicia de “El Socialista” necesita completar su formación y cubrir las bajas que ha tenido en el frente de Somosierra. Como “alma mater” de la milicia, Angulo, todavía convaleciente de las heridas recibidas en la Sierra, hará un llamamiento el 3 de agosto a todos aquellos voluntarios que deseen ingresar en dicho grupo: “Para cubrir bajas producidas en este grupo, se convoca a aquellos afiliados al Partido Socialista y Unión General de Trabajadores que quieran prestar sus servicios como milicianos, para que se presenten hoy [4 de agosto] de nueve de la mañana a siete de la tarde, en el palacete de la Moncloa. Se advierte, para evitarse molestias y contratiempos, que el hecho de quedar inscrito en este grupo supone la obligación de someterse a una disciplina militar y al deber inexcusable de hacer vida de cuartel.- El capitán, Federico Angulo”. Poco menos de dos semanas permanecieron en la capital. Tras ese poco tiempo de reformación de la milicia, los encontraremos destinados en Extremadura.
 
La Milicia de "El Socialista" (Angulo en el centro, con el brazo en cabestrillo) en Extremadura en agosto de 1936
 
   A finales de agosto, tras su andadura extremeña y con la destacada defensa de Medellín, la milicia vuelve a Madrid. El día 27, Angulo visitaba al ministro de la Guerra, el teniente coronel Hernández Saravia, que había sustituido pocos días antes -6 de agosto- al general Castelló:
   «Estuvo en el ministerio de la Guerra el capitán de las milicias socialistas y redactor de “El Socialista”, Federico Angulo, convaleciente ya de las heridas que recibió en el frente de Somosierra y Extremadura. En la actualidad Angulo está ocupado en la organización de una compañía de choque, que tan pronto como esté armada y equipada saldrá para unirse a las fuerzas que bajo el mando de Riquelme operan en Extremadura.
     »Angulo está encantado del valor de las milicias que dirige, que marchan siempre en vanguardia y están demostrando ser unas de las formaciones más valientes.
     »-Con compañeros así –dijo- se puede ir a todas partes tranquilo y con la seguridad de triunfar».
 
     Posteriormente a su salida del Ministerio, se dirigía al Palacete de la Moncloa, convertido en cuartel general de la milicia de “El Socialista”, donde se llevaría a cabo el acto de imposición de insignias de ascenso a los milicianos más destacados que tuvo Angulo en Extremadura bajo su mando. Los homenajeados fueron: alférez Ciriaco López; sargentos Ramón García, Victorio Garcés, Antonio Flores, José Balaguer, José Rodríguez Villarín, Julián Carralero, Manuel Pérez, Moisés Dorado, Enrique Mercado, Francisco García, y los cabos León Díaz, Jesús García, Francisco Pérez y Florián Muñoz. De forma emocionada, el capitán Angulo dirigió unas palabras a sus hombres en honor al merecimiento de sus ascensos y al resto de la milicia: «En estricta justicia, cuantos estáis aquí presentes merecíais estas recompensas que se otorgan a unos pocos compañeros. Estos compañeros simbolizan el comportamiento de todos, y para todos es el honor que los ascensos puedan representar, y que no son, en fin de cuentas, sino un estímulo para seguir combatiendo por la libertad». Merecieron una mención especial dos de los ascendidos, Ramón García y Victorio Garcés, que murieron en la defensa de Medellín, acabando Angulo su alocución con un Viva a la República y al Socialismo. Ramón Lamoneda, secretario del Partido Socialista, felicitó y alentó igualmente a los integrantes de la milicia socialista.
 
Milicianos socialistas en una de las dependencias del Palacete de la Moncloa

Eduardo Zamacois
     El sábado 29 de agosto, a las cinco de la tarde, todos los componentes de la milicia de Angulo que gozaban de un merecido permiso fueron convocados en la Moncloa para organizar el siguiente destino. Al día siguiente, tras celebrar una comida multitudinaria en el exterior del Palacete, Angulo, al comando de 120 hombres partía en tren de nuevo hacia el frente extremeño, siendo su destino Villanueva de la Serena. La partida estaba prevista para las 10 de la noche, trasladándose todos los milicianos hasta la estación en seis camiones, en cuyo trayecto por las calles de Madrid irían siendo «ovacionados con entusiasmo». En ese viaje les acompañó el escritor Eduardo Zamacois, cronista especial del diario madrileño “La Libertad”, que divulgaría posteriormente en sus crónicas las vivencias de aquella milicia, y que tras convivir con Angulo todos aquellos días, llegó a definir su entrega como «... el valor ciego, que es ímpetu rabioso, frenesí desesperado, acometividad sin brida, llama en los ojos, espuma en los labios y nervioso tremar en los músculos, y el valor reflexivo, frío, ecuánime, lleno de ponderadas elegancias...», y haciendo en aquel día una breve reseña fisonómica suya:
 
   «Es un hombre de rostro pálido, largo y flaco, animado por unos ojos negros que miran indiferentes, como si para ellos la muerte no tuviese importancia, y que dentro de su uniforme de color caqui tiene el andar ágil, suelto y rápido de los aventureros, nacidos para el asalto».
 
   Pero volvamos de Extremadura e instalémonos de nuevo en el Palacete de la Moncloa. Dos meses después, Angulo ha ingresado ya en el Cuerpo de Carabineros y en el todavía cuartel general de la milicia de "El Socialista" comenzaba la organización de una segunda milicia. Es el momento en el que comienza, en el mes de noviembre, el asalto a la capital y el establecimiento del frente en la Ciudad Universitaria. Toda la zona quedaría reducida a escombros, y además de los edificios universitarios, el Palacete, con sus más de dos siglos de vida, no sería una excepción.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
   Y hasta aquí llegó la historia del Palacete de la Moncloa. El que hoy en día conocemos como Palacio de la Moncloa, que desde 1977 es vivienda personal del Presidente del Gobierno, se levantó sobre sus ruinas. En 1949 comenzó su edificación y se ubicó en el mismo emplazamiento del antiguo Palacete.
 
El Palacio de la Moncloa en construcción en 1949
 
El Palacio de la Moncloa en la actualidad
 
 
   Una dilatada existencia venida abajo en unos pocos días de noviembre de 1936. Una histórica residencia de la nobleza cuya última función fue la de acoger a un pequeño y voluntarioso grupo de milicianos socialistas...

 

1936 El Palacete de la Moncloa (I)

El Palacete de la Moncloa, en una toma anterior a su definitiva reforma inaugurada en 1929


   Al norte del arroyo de Cantarranas y siguiendo el camino del Pardo, a mediados del siglo XVII el marqués del Carpio y de Eliche mandaba construir en lo alto de la huerta denominada “de Sora”, por ser propiedad anterior de Juan de Croy, conde de Sora, un edificio que sería conocido como “Palacio” “Palacete de Eliche” o también “Casa Pintada”. Tras pasar la propiedad por diversas manos, en 1781 lo compraba María Ana de Silva y Sarmiento, duquesa de Arcos, que en unión de su hermano, Pedro de Silva, acometería una primera reforma del Palacio, inspirada en el clasicismo francés y decorada con motivos copiados de Pompeya y Herculano. Heredada por su hija, la duquesa de Alba, prosiguieron los trabajos de reforma del edificio y ampliándose la actuación en el embellecimiento de los jardines exteriores. En 1802 pasaría a propiedad de la Corona, por lo que a partir de entonces pasaría a ser conocido el palacete como “de Alba”, “de la Florida”, o “de la Moncloa”.

 
   La guerra de la Independencia y el semi-abandono obligaron a nuevas reformas, tanto del edificio como de decoración, acometidas a partir del año 1816. Abandono que se repetiría en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX, hasta que, en 1918, el ministro de Fomento encargó a la Sociedad Española de Amigos del Arte su restauración y amueblamiento, celebrándose la inauguración definitiva el 20 de junio de 1929. A pocos días antes de esa inauguración corresponden la serie de fotografías que se pueden apreciar a continuación, que es el estado en el que se encontraría el Palacete durante los años de la República hasta llegar al inicio de la guerra en julio de 1936:
 
Verja de acceso al Palacete y fachada principal
Vestíbulo de entrada

Cúpula de la escalera
Descansillo de la escalera
Comedor
Techo del comedor con la tribuna de músicos
Antealcoba
Antesala de lacayos
Sala de compañía
Sala de caoba
Sala de espera
Salón de estucos
Salón de maderas finas

Tocador de la Duquesa de Alba
Vista de uno de los jardines exteriores
Fuente en el Jardín Bajo

   Iniciada la guerra civil, y dada su proximidad a la casi recién estrenada Ciudad Universitaria, el castigo que sufrió toda aquella zona ante los intentos de las tropas nacionales en 1936 de acceder a Madrid, también lo sufrió el Palacete de la Moncloa. Lo veremos en la posterior entrada.